EL BCU NUEVAMENTE EN LA AGENDA


En el diario El País, del 18 de junio, se puede leer una noticia bajo el siguiente título: “Economía quiere acelerar la reforma del Central”, y el siguiente subtítulo: “Hay voluntad de acordar objeciones con el Parlamento”. Según El País, el Ministerio de Economía quiere acelerar una de las reformas que considera clave –la del Banco Central- para tenerla lista en este año. Aparentemente, habría más condiciones para lograr un acuerdo entre Economía y los sectores oficialistas para dejar atrás diferencias sobre el proyecto. Siempre según el diario mencionado, los puntos que despertaron objeciones son la separación del mandato del directorio del Banco del de gobierno, para dar más independencia a la gestión, la concentración de la supervisión en una sola superintendencia y el modo en que se resolverían los posibles conflictos entre la autoridad monetaria y el Ministerio de Economía. Y también las fuentes de El País le manifestaron que el equipo económico estaría dispuesto a flexibilizar la duración del mandato de los directores.
BANCO CENTRAL: ¿DE QUE SE TRATA?
Para el común de la gente –que no tiene por que entender los laberintos de la macroeconomía- la autonomía del BCU puede parecer una cuestión sin importancia, y no merecedora de demasiada atención, cuando hay otras cuestiones tan importantes que están sobre el tapete. Tal vez usted, estimado lector, esté pensando justamente eso.
Sin embargo, apenas repasamos algunas de las decisiones que están bajo la órbita del Banco Central, nos damos cuenta que no es tan así. Entre otras atribuciones, el BCU tiene las funciones de regular la liquidez del sistema financiero, fiscalizar la salud económica de los bancos, definir la tasa básica de interés, establecer el régimen cambiario, controlar los movimientos de capitales, administrar las divisas internacionales, regular el mercado de cambios, supervisar los mercados de derivados, socorrer a los bancos que atraviesen crisis temporarias de iliquidez, liquidar instituciones insolventes, etc.
Como se puede ver, estas decisiones tienen un carácter eminentemente político: decidir a favor de los acreedores o de los deudores; defender el patrimonio de los rentistas o favorecer la generación de ingreso y empleo; privilegiar la estabilidad o priorizar el crecimiento; valorizar la moneda nacional o devaluarla; sancionar la fuga de capitales o centralizar el cambio; dejar que quiebre un banco o socorrerlo. Es decir: no existe una gestión monetaria neutra; sus autoridades están siempre presionadas por intereses económicos contradictorios que ponen en jaque a la confianza en la moneda nacional. El Banco Central es quien establece las condiciones de acceso de los capitalistas y del Estado a la moneda nacional y a las divisas internacionales. De esa manera, funciona como cuartel general del capitalismo. Sus decisiones son cruciales en la determinación de las tasas de interés y de cambio, en el condicionamiento de la oferta de crédito, en el establecimiento de las condiciones de pago de las deudas privadas y públicas, en la defensa de las reservas internacionales, en la limitación de las maniobras especulativas que ponen en riesgo la solidez del sistema financiero y en la definición de la relación entre los precios internos y externos. En resumen, el Banco Central es una institución clave, que permite al poder político arbitrar la competencia intercapitalista, tratando de subordinarla a los objetivos de la sociedad. Y no sólo eso, sino que además el control de la moneda le dan al Estado alguna capacidad de graduar el ritmo, la intensidad y el sentido del desarrollo capitalista. Y ahora, estimado lector: ¿sigue pensando lo mismo?
¿QUE SIGNIFICA LA AUTONOMIA DEL BCU?
La independencia del BCU, significa simplemente renunciar a la soberanía del pueblo sobre el rumbo de la política económica. Una usurpación de poder que atenta contra la esencia del mandato popular concedido al partido político que obtiene el gobierno. En la era de la globalización, los mercados juegan con el Banco Central una partida estratégica: la “construcción de confianza”. Pero bajo la apariencia de la ciencia y de la técnica, el fuego de confianza es esencialmente político, y lo que se pretende es que ese juego político se desarrolle al margen del escrutinio democrático. Y es que los criterios de acción política democrática la mayor parte de las veces se contraponen con la agenda de los mercados en los que circula la riqueza global. El discurso económico en boga pretende enmascarar su naturaleza política. Pretende convencer al ciudadano común que es un verdadero despropósito entender los secretos que envuelven la administración de la moneda y las finanzas. De manera que si estos asuntos no se dejan en manos de técnicos especializados, su vida puede empeorar aún más. Pero lo cierto es que en los países en donde los Bancos Centrales son independientes, estos son probablemente la entidad con mayor poder político sobre las políticas públicas. Dicho de otra manera, para que se entienda: el Banco Central es independiente, pero el país en cuestión no es independiente de lo que hace el Banco Central. El Banco Central pasa a ser el que gobierna; el gobierno económico emana esencialmente del Banco Central; pero resulta que nadie gobierna al Banco Central, puesto que es independiente, y de esta manera se genera una forma de tiranía, en el sentido de que impone una conducción de la economía, sobre la cual no tenemos ninguna capacidad para incidir nosotros. Nuestro voto no tiene posibilidad alguna. Y la situación no se reduce al hecho de que el Banco Central no está comprometido con los problemas del crecimiento, es mucho más profundo que esto. Las políticas del Banco Central marcan quiénes son los sectores ganadores y quiénes son los sectores perdedores, porque la combinación tasas de interés-tasas de cambio marcan quiénes ganan y estos sectores ganadores, pueden seguir siendo ganadores en medio de una economía en el estancamiento, en el atraso y la miseria.
LA POLITICA MONETARIA
La política monetaria, en épocas en que el desarrollo y no la estabilidad era el objetivo central de las políticas económicas, servía como palanca estratégica para la expansión económica, definiendo los diferentes tipos de cambio para la importación, fomentando algunas y protegiendo otras. Una reforma que renuncie a este papel de la política monetaria, desvinculándola del desarrollo y elevando la estabilidad monetaria a objetivo mayor de gobierno, lo que hace es subordinar todas las demás instancias del gobierno a variables definidas por el Banco Central autónomo, comenzando por la tasa de interés. Así como el salario remunera la actividad del trabajo, la ganancia es lo que remunera al capital industrial, comercial o agrícola, en tanto que la tasa de interés es la remuneración del capital financiero. De manera que independizar el Banco Central y la política monetaria es la expresión institucional y política de la hegemonía que el capital financiero asume en el neoliberalismo. El capital financiero bajo su forma especulativa, esto es, no como financiador del desarrollo económico, del consumo y de la investigación, sino esencialmente de la compra de papeles de deuda pública y de la compra y venta de títulos en la bolsa de valores. Un capital parasitario, que no crea bienes, ni empleos, apenas transfiere capital, acentuando su concentración. De allí la importancia del tema de la independencia, de la autonomía del banco Central. Independencia, como dijimos, del gobierno y de sus prioridades, definidas políticamente por el pueblo a través del voto, pero no del capital financiero, a quien en realidad el Banco Central se subordina. A este respecto, el sitio http://www.cartacapital.com.br/ denunciaba reuniones sistemáticas que los dirigentes del Banco Central del Brasil tenían con los representantes del sistema financiero, lo que era una prueba de la promiscuidad y de la subordinación orgánica y política del Banco Central a los intereses de los grupos especulativos. Un comentarista brasileño se pregunta: ¿Por qué el Banco Central se reúne con los banqueros y no con los sindicalistas, con los movimientos sociales, con los otros empresarios, grandes, medianos y pequeños? Y él mismo se responde: Porque su independencia del gobierno le deja las manos libres para subordinarse al capital financiero.
¿FLEXIBILIDAD DEL EQUIPO ECONOMICO?
Como vemos, nuestra oposición a la autonomía del BCU no es un problema que pueda reducirse a la duración del mandato de los directores. Se trata de si el Banco Central se subordina a los intereses generales del pueblo que eligió un determinado gobierno, o si será el instrumento para que los ricos ganen cada vez más, a costa de la producción, del desarrollo, de la distribución de la renta y de las políticas sociales. Esperamos una flexibilidad mayor.


26 de Junio de 2007

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Pedir por un BCU no indpendiente es pedir por populismo berreta que nunca funciona y solo empobrece. "soberania del pueblo en la economia" pffff, menudo estupidez.

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