DISPAREN SOBRE EL MERCOSUR
En los “Grandes Lineamientos Programáticos 2005-2009”, nuestra fuerza política le asignaba un papel más que relevante a la inserción de nuestro país en el MERCOSUR. Y un papel no acotado solamente al ámbito de la economía. Decíamos por ejemplo que “El carácter político-estratégico del MERCOSUR debe ponerse de relieve y debe convertirse en el eje central de nuestra estrategia de inserción internacional”. Pero además –y esto es clave- considerábamos al MERCOSUR como “…la plataforma más adecuada para el desarrollo de las negociaciones con otros actores internacionales”. No necesitamos explicitar las razones que nos llevaban a ese tipo de conclusiones, que no sólo partían de un análisis correcto de la realidad internacional, de un mundo dividido en bloques. Pero lo que si necesitaría una explicación, es la actitud actual de nuestro gobierno, en sentido exactamente contrario a lo que acabamos de citar. Porque de ninguna manera podemos entender que el MERCOSUR sea el “eje central de nuestra estrategia de inserción internacional” si en plena cumbre de Mar del Plata, cuando Estados Unidos recibe la gran bofetada del NO AL ALCA, nosotros aprovechamos para firmar un Tratado de Protección de Inversiones con Bush. O cuando en una cumbre histórica como la de Córdoba, en la que hubo gestos claros, contundentes y demoledores hacia Estados Unidos, como la firma de un tratado comercial con Cuba y la presencia del propio Fidel, nuestro ministro de economía va a plantear la necesidad de que nos dejen hacer un TLC con el propio imperio. Y lo que menos se entiende, es por qué si definimos que el bloque regional es la mejor plataforma para llevar a cabo negociaciones con otros actores internacionales, hacemos lo imposible por cortarnos solos. Pero peor aún, es que nuestros negociadores con Estados Unidos, vayan a ese país y en lugar de destacar la fortaleza que significa nuestra pertenencia al MERCOSUR, hagan exactamente lo contrario, y se dediquen a criticar el bloque al que pertenecemos (el colmo del mal negociador). Porque esto fue lo que hizo el señor Alvaro Ons, quien se dedicó en declaraciones al diario Ambito Financiero, en Estados Unidos a descerrajar cuanta crítica se le ocurrió contra el bloque de integración al que pertenecemos. No se si este señor Ons pertenece a nuestra fuerza política (de todos nuestros negociadores, sólo uno pertenece al Frente Amplio), pero si lo fuera, habría que ponerlo al tanto de nuestras definiciones programáticas, y explicarle que no es bueno ir a negociar poniendo por delante nuestras supuestas debilidades.
La crítica con el necesario equilibrio.
Hay muchas cosas con las cuales no hemos estado de acuerdo con nuestro gobierno. Pero si bien hemos sido críticos, nadie podrá decir que no hemos destacado cuando corresponde aquello con lo cual estamos de acuerdo. Porque la táctica de sólo criticar, es la que también ha sido utilizada por la derecha cuando se ha querido desprestigiar algo con fines espurios. El caso mas claro es el de la ofensiva contra las empresas del Estado. Se comenzó primero con una campaña de desprestigio de la función pública en general, y luego de la ineficiencia de las empresas públicas en particular, con el objetivo nunca explicitado de llegar a la privatización de las mismas. El inefable ex-presidente Luis Alberto Lacalle llegó a ponerle fecha de muerte a ANCAP (el deceso debería haber ocurrido el mes pasado) si no se asociaba con capitales privado, y el difunto goza de una excelente salud, muy a su pesar. Ahora parece que el objetivo es el MERCOSUR. No negamos que el MERCOSUR tiene problemas, pero tampoco nos sumamos al coro de los que lo consideran un compendio de todos los males. La lectura de la mayoría de los periódicos de nuestro país, y de las declaraciones tanto de funcionarios del gobierno como de la oposición, puede llevar a pensar que el MERCOSUR está más cerca de la desaparición que de su continuidad. En esas consideraciones, se confunden coyunturas políticas locales, dificultades bilaterales pasajeras y cambiantes con la perspectiva estratégica del avance de nuestro bloque regional.
El MERCOSUR en su contexto
No nos engañamos. No estamos ante la integración soñada por Bolívar y tantos otros, pero es un paso más en el camino largo y trabajoso hacia esa meta. Estamos ante una convergencia de gobiernos diferentes, que sienten la necesidad común de resistir la arremetida de un imperialismo en crisis. Los protagonistas de esta etapa de la integración son predominantemente representantes directos o indirectos del capital, ubicados en una posición de resistencia frente al imperialismo. Confrontación que se expresa sobre bases programáticas predominantemente desarrollistas keynesianas, y con una mayoritaria resolución por potenciar el papel del Estado, pero sin poner en tela de juicio los fundamentos socio-económicos del capitalismo. Pero si esta es la realidad actual del MERCOSUR, no podemos dejar de verlo en relación a lo que fue en sus inicios, cuando la voluntad era completamente diferente. Cuando los protagonistas eran los Lacalle, los Collor de Melo, los Menem y los Rodríguez, en plena fiesta del neoliberalismo. Y tampoco podemos dejar de ver los factores nuevos que se manifestaron sobre todo en la última cumbre de Córdoba, en donde las figuras de Fidel y Chávez ocuparon un lugar excluyente y contradictorio con el contenido social, programático y estratégico predominante en el bloque. En esa cumbre quedó planteada una confrontación ideológica cuyo desarrollo y perspectivas recién podremos descifrar a mediano o largo plazo, pero no podemos dudar en calificarla de victoria frente al imperialismo. Máxime si tenemos en cuenta que Estados Unidos está librando un combate estratégico por recuperar la iniciativa y la primacía a escala continental, después de la humillación sufrida por Bush en la cumbre de Mar del Plata, en donde su único triunfo fue firmar el Tratado de Protección de Inversiones con nuestro país.
La cumbre de Córdoba, un paso enorme
Ya el año 2005 había finalizado con buenos augurios para las fuerzas progresistas de América, con el triunfo de Evo Morales en Bolivia, dando forma a una nueva y cualitativamente superior tríada antiimperialista junto a Cuba y Venezuela, que modificaba las relaciones de fuerza en detrimento de Estados Unidos. Luego vino Mar del Plata en enero, y ahora la cumbre de Córdoba, en la que no faltaron proyectos y concreciones para estas potencialidades. Allí se le dio el aval al proyecto del Gran Gasoducto del Sur. En cuanto al proyecto energético –para el cual la incorporación de Venezuela resultaba clave-, se destacó el ingreso a la iniciativa de los gobiernos de Bolivia, Paraguay y Uruguay, y apunta a generar una red de gasoductos sur-sur que permita una mayor autonomía de la región. También hubo una buena recepción a la propuesta de creación de un Banco de Desarrollo del MERCOSUR, impulsado por Kirchner y Chávez, que lanzarán este mes un bono binacional, el “Bono del Sur”. Se estableció además que el Parlamento del MERCOSUR deberá ser instalado antes del 31 de diciembre de 2006, lo cual representará sin duda un paso gigantesco. No fue un encuentro meramente formal entre presidentes latinoamericanos. Allí se suscribió un comunicado conjunto que incluye 43 puntos, y se dieron pasos concretos, se refrendaron acuerdos que van forjando otro tipo de integración continental: se adelantó en el código aduanero, en la liberalización de los servicios, en compras gubernamentales, en el gasoducto, etc.. Por algunos días Córdoba se convirtió en la capital de la integración continental. Y desde allí se lanzó una clara señal política hacia Washington. La mayoría de América del Sur aspira, trabaja y lleva a cabo un nuevo tipo de comunidad que no acepta como verdad única - ni absoluta- la visión globalizante de los gobernantes norteamericanos. Una vez más, como sucediera en noviembre del 2005 en la Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata, Argentina se convirtió en el anfiteatro de la reflexión sobre otra América Latina posible. Que reconoce la necesidad de una integración activa y solidaria, y que rechaza la lógica impositiva del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) aplicada por los gobernantes norteamericanos y aceptada disciplinadamente por sus principales aliados en la región.
Y sin embargo….
A pesar de que nuestro programa es absolutamente claro en cuanto a la importancia que le asignamos a la integración latinoamericana, y al MERCOSUR en particular, y que en cuanta ocasión se nos presenta decimos que queremos más y mejor MERCOSUR, nuestra actitud no ha sido consecuente. Salvo quejarnos, nada hemos aportado a la profundización del proceso integrador, y muy por el contrario, mientras en Mar del Plata decíamos no al ALCA, firmábamos un Tratado de Protección de Inversiones con Bush. Y mientras Córdoba se transformaba en sede del antiimperialismo, con la presencia de Chavez, de Evo y de Fidel, nuestro ministro de economía planteaba en esa precisa instancia que Uruguay quería negociar un tratado de libre comercio con el imperio. Y ahora, para mayor bochorno, tenemos un “negociador” que no hace más que criticar al MERCOSUR. La pregunta es: ¿Qué está haciendo nuestro gobierno para lograr “más y mejor MERCOSUR?
La crítica con el necesario equilibrio.
Hay muchas cosas con las cuales no hemos estado de acuerdo con nuestro gobierno. Pero si bien hemos sido críticos, nadie podrá decir que no hemos destacado cuando corresponde aquello con lo cual estamos de acuerdo. Porque la táctica de sólo criticar, es la que también ha sido utilizada por la derecha cuando se ha querido desprestigiar algo con fines espurios. El caso mas claro es el de la ofensiva contra las empresas del Estado. Se comenzó primero con una campaña de desprestigio de la función pública en general, y luego de la ineficiencia de las empresas públicas en particular, con el objetivo nunca explicitado de llegar a la privatización de las mismas. El inefable ex-presidente Luis Alberto Lacalle llegó a ponerle fecha de muerte a ANCAP (el deceso debería haber ocurrido el mes pasado) si no se asociaba con capitales privado, y el difunto goza de una excelente salud, muy a su pesar. Ahora parece que el objetivo es el MERCOSUR. No negamos que el MERCOSUR tiene problemas, pero tampoco nos sumamos al coro de los que lo consideran un compendio de todos los males. La lectura de la mayoría de los periódicos de nuestro país, y de las declaraciones tanto de funcionarios del gobierno como de la oposición, puede llevar a pensar que el MERCOSUR está más cerca de la desaparición que de su continuidad. En esas consideraciones, se confunden coyunturas políticas locales, dificultades bilaterales pasajeras y cambiantes con la perspectiva estratégica del avance de nuestro bloque regional.
El MERCOSUR en su contexto
No nos engañamos. No estamos ante la integración soñada por Bolívar y tantos otros, pero es un paso más en el camino largo y trabajoso hacia esa meta. Estamos ante una convergencia de gobiernos diferentes, que sienten la necesidad común de resistir la arremetida de un imperialismo en crisis. Los protagonistas de esta etapa de la integración son predominantemente representantes directos o indirectos del capital, ubicados en una posición de resistencia frente al imperialismo. Confrontación que se expresa sobre bases programáticas predominantemente desarrollistas keynesianas, y con una mayoritaria resolución por potenciar el papel del Estado, pero sin poner en tela de juicio los fundamentos socio-económicos del capitalismo. Pero si esta es la realidad actual del MERCOSUR, no podemos dejar de verlo en relación a lo que fue en sus inicios, cuando la voluntad era completamente diferente. Cuando los protagonistas eran los Lacalle, los Collor de Melo, los Menem y los Rodríguez, en plena fiesta del neoliberalismo. Y tampoco podemos dejar de ver los factores nuevos que se manifestaron sobre todo en la última cumbre de Córdoba, en donde las figuras de Fidel y Chávez ocuparon un lugar excluyente y contradictorio con el contenido social, programático y estratégico predominante en el bloque. En esa cumbre quedó planteada una confrontación ideológica cuyo desarrollo y perspectivas recién podremos descifrar a mediano o largo plazo, pero no podemos dudar en calificarla de victoria frente al imperialismo. Máxime si tenemos en cuenta que Estados Unidos está librando un combate estratégico por recuperar la iniciativa y la primacía a escala continental, después de la humillación sufrida por Bush en la cumbre de Mar del Plata, en donde su único triunfo fue firmar el Tratado de Protección de Inversiones con nuestro país.
La cumbre de Córdoba, un paso enorme
Ya el año 2005 había finalizado con buenos augurios para las fuerzas progresistas de América, con el triunfo de Evo Morales en Bolivia, dando forma a una nueva y cualitativamente superior tríada antiimperialista junto a Cuba y Venezuela, que modificaba las relaciones de fuerza en detrimento de Estados Unidos. Luego vino Mar del Plata en enero, y ahora la cumbre de Córdoba, en la que no faltaron proyectos y concreciones para estas potencialidades. Allí se le dio el aval al proyecto del Gran Gasoducto del Sur. En cuanto al proyecto energético –para el cual la incorporación de Venezuela resultaba clave-, se destacó el ingreso a la iniciativa de los gobiernos de Bolivia, Paraguay y Uruguay, y apunta a generar una red de gasoductos sur-sur que permita una mayor autonomía de la región. También hubo una buena recepción a la propuesta de creación de un Banco de Desarrollo del MERCOSUR, impulsado por Kirchner y Chávez, que lanzarán este mes un bono binacional, el “Bono del Sur”. Se estableció además que el Parlamento del MERCOSUR deberá ser instalado antes del 31 de diciembre de 2006, lo cual representará sin duda un paso gigantesco. No fue un encuentro meramente formal entre presidentes latinoamericanos. Allí se suscribió un comunicado conjunto que incluye 43 puntos, y se dieron pasos concretos, se refrendaron acuerdos que van forjando otro tipo de integración continental: se adelantó en el código aduanero, en la liberalización de los servicios, en compras gubernamentales, en el gasoducto, etc.. Por algunos días Córdoba se convirtió en la capital de la integración continental. Y desde allí se lanzó una clara señal política hacia Washington. La mayoría de América del Sur aspira, trabaja y lleva a cabo un nuevo tipo de comunidad que no acepta como verdad única - ni absoluta- la visión globalizante de los gobernantes norteamericanos. Una vez más, como sucediera en noviembre del 2005 en la Cumbre Iberoamericana de Mar del Plata, Argentina se convirtió en el anfiteatro de la reflexión sobre otra América Latina posible. Que reconoce la necesidad de una integración activa y solidaria, y que rechaza la lógica impositiva del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) aplicada por los gobernantes norteamericanos y aceptada disciplinadamente por sus principales aliados en la región.
Y sin embargo….
A pesar de que nuestro programa es absolutamente claro en cuanto a la importancia que le asignamos a la integración latinoamericana, y al MERCOSUR en particular, y que en cuanta ocasión se nos presenta decimos que queremos más y mejor MERCOSUR, nuestra actitud no ha sido consecuente. Salvo quejarnos, nada hemos aportado a la profundización del proceso integrador, y muy por el contrario, mientras en Mar del Plata decíamos no al ALCA, firmábamos un Tratado de Protección de Inversiones con Bush. Y mientras Córdoba se transformaba en sede del antiimperialismo, con la presencia de Chavez, de Evo y de Fidel, nuestro ministro de economía planteaba en esa precisa instancia que Uruguay quería negociar un tratado de libre comercio con el imperio. Y ahora, para mayor bochorno, tenemos un “negociador” que no hace más que criticar al MERCOSUR. La pregunta es: ¿Qué está haciendo nuestro gobierno para lograr “más y mejor MERCOSUR?
Miércoles, 13 de Septiembre de 2006
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