EL PENSAMIENTO ECONOMICO DEL CHE


Antes de abordar el tema del título, conviene hacer al menos dos aclaraciones: en primer lugar, que se trata de un tema tan amplio y complejo, que esta nota será simplemente una síntesis apretadísima y sumamente esquemática; y en segundo término, que la desagregación del tema económico es puramente a los fines expositivos, ya que no hay en el Che un pensamiento económico separado de un pensamiento político, de uno filosófico, etc., sino un proyecto integral de qué es y qué debe ser el socialismo y la revolución. El Che aborda, dentro de ese proyecto integral distintos problemas específicos, distintas dimensiones, pero todas integradas en una visión global.
EL CENTRO ES EL SER HUMANO
Tanto el Che como Fidel señalaban la necesidad de analizar críticamente la construcción del socialismo, y denunciaron los peligros de andar por los caminos trillados del capitalismo. Por esta razón, ambos entendían que lo principal es “la atención al ser humano, que ha de ser el protagonista y el fin de cualquier esfuerzo por el desarrollo” (1). De la misma manera, el Che entendía que el desarrollo no era un fin en sí mismo: el desarrollo de una sociedad tiene sentido si sirve para transformar al hombre, si en ese camino su capacidad creadora se potencia, si con ello supera al egoísmo. Ese camino hacia la libertad es un viaje del yo al nosotros, y el socialismo no lo puede realizar con “las armas melladas que nos legara el capitalismo” (2), no se puede ir hacia el socialismo organizando la sociedad en base a las mismas lacras de la sociedad anterior. Para el Che, la construcción del socialismo y del comunismo no es sólo una tarea administrativa ni técnica ni económica, sino una tarea ideológico-técnico-político-económica, y subrayaba la importancia de la integralidad de estos elementos; es decir, el socialismo como un fenómeno de producción, organización y conciencia. En esta concepción, simultáneamente con la creación de la base material y técnica del socialismo, hay que desarrollar la educación que garantice la creación de una conciencia y, consecuentemente, la formación del hombre nuevo.
De manera que para el Che, la construcción del socialismo es inseparable de ciertos valores éticos, y lo expresaba de esta manera: “El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo contra la enajenación (…) Si el comunismo pasa por alto los hechos de conciencia, podrá ser un método de reparto, pero no es ya una moral revolucionaria” (3).
No obstante ello, muchas veces se bastardea o despolitiza el pensamiento del Che cuando se enfatiza en la afirmación de que “el Che era partidario del estímulo moral”, asimilando esa posición con un tipo de pensamiento según el cual el Che era algo así como “una buena persona”, o que apelaba a “la bondad del hombre”. Esto nada tiene que ver con el marxismo del Che. Tal vez la frase que más desnuda el hecho de que cuando el Che habla de los estímulos morales no está pensando en algún tipo de metafísica, en un “hombre bueno”, es la siguiente: “El socialismo no es una sociedad de beneficencia, no es un régimen utópico basado en la bondad del hombre como hombre, el socialismo es un régimen al que se llega históricamente y que tiene como base la socialización de los bienes fundamentales de producción y la distribución equitativa de todas las riquezas de la sociedad, dentro de un marco en el cual haya producción de tipo social” (4).
LOS GRANDES DEBATES
El eje central para llegar a la concepción económica del Che, es el debate que se dio fundamentalmente en los años 1963-64 acerca de la teoría del valor, que constituye una de las claves epistemológicas de El Capital de Marx. Este debate tuvo como protagonistas, además del Che, a cubanos como Carlos Rafael Rodríguez, Alberto Mora (colaborador del Che), Marcelo Fernández Font, Luis Alvarez Rom, Juan Infante y Alexis Codina. Fuera de Cuba intervinieron Charles Bettelheim, investigador de la Sorbona, profesor de economía y miembro del Partido Comunista Francés; Ernes Mandel, economista judío belga, y otros. Se trata de un debate en el que participan distintas corrientes del marxismo, y que surge aparentemente a partir de un problema práctico que era fundamentalmente el de los costos de producción: cómo medir los costos de producción de los productos de la industria y del agro. A partir de allí, se comenzó a discutir en campos variados como el económico, político y filosófica. Se trata de un debate riquísimo, en el que no sólo se discutía lo que se entendía por economía política, que se entendía por teoría del valor, qué tipo de política económica debía implementar la revolución, cómo se debía pensar la transición al socialismo en una sociedad subdesarrollada, sino que también se estaba debatiendo qué se entendía por marxismo.
Para el Che, el período de transición al socialismo y al comunismo no tiene por qué estar caracterizado por la ley del valor y demás categorías mercantiles que su uso implica. Su presencia en la transición al socialismo se incluye entre las limitaciones heredadas (“las armas melladas del capitalismo”) y como tal debe abordarse. Es aquí en donde establece una diferenciación entre las formas de conducción de la economía desde el punto de vista técnico (no se oponía a utilizar las técnicas burguesas adaptándolas a la nueva sociedad) y las formas de conducción en el aspecto ideológico. El Che acepta la reconversión crítica de los adelantos tecnológicos en la dirección y control económicos, pero rechaza la utililización de las armas legadas por el capitalismo para lograr la motivación de los productores. Entendía que la planificación debía calificarse como la primera posibilidad humana de regir las fuerzas económicas. Y esta debía conjugar dos elementos: 1. La creación de las bases para el desarrollo económico de la nueva sociedad, su regulación y control; y 2.La creación de un nuevo tipo de relaciones humanas, del hombre nuevo.
LA LEY DEL VALOR
Los planteamientos del Che constituyen una crítica radical –al principio implícita, luego explicita- al modelo de gestión económica de lo que se llamó el “socialismo real”, cuyos principales aspectos –a los que se oponía el Che eran: la ley del valor como ley objetiva de las economías de transición al socialismo; la mercancía como base del sistema productivo; la competencia (devenida en emulación) como factor de incremento de la productividad; métodos de incentivo y distribución más bien individuales que colectivos: criterios mercantiles en las relaciones económicas entre países socialistas.
Para el Che, existen regularidades, la historia no es un suceder azaroso de hechos incomprensibles, pero esas regularidades son históricamente relativas, se pueden modificar. La ley del valor, por ejemplo, se puede violentar. El fondo del debate era una confrontación entre una visión economicista –la esfera económica como sistema autónomo, regido por sus propias leyes, como la ley del valor o las leyes del mercado- y una concepción política del socialismo, es decir, la toma de decisiones económicas sgún criterios sociales, éticos y políticos. Para poner un ejemplo concreto: el poder revolucionario, a partir de una opción política e ideológica, puede violar la ley del valor y modificar los precios relativos de los productos. Puede hacer que el precio de los libros disminuya (porque nos interesa que el pueblo lea y se eduque) y puede hacer que el precio de las bebidas alcohólicas aumente (porque nos interese eliminar el alcoholismo). ¿Cuál sería la otra opción? Respetar a rajatabla la ley del valor y dejar que los libros se vendan, incluso en el socialismo, a un precio más alto de acuerdo a su valor de cambio determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirlos. Para el Che, esa opción no corresponde a los revolucionarios. El mercado, entonces, es incompatible con el socialismo; no puede sobrevivir el mercado después de tomar el poder e iniciar el tránsito al socialismo. Plantea organizar la economía por ramas productivas, pero no con empresas autogestionadas de manera autónoma, sino como un sistema único, planificando la economía. Sustituye el cálculo económico por el “sistema presupuestario de financiamiento”, que se basa en la apuesta por la planificación. El Che plantea la no emulación, la no competencia, sino manejar todo el conjunto de la economía de manera planificada, no compitiendo entre sí. Los premios deben seguir existiendo, pero deben ser premios morales: nada más alto que lograr el reconocimiento de los compañeros y compañeras por haber cumplido el deber social de trabajar para los demás. De eso se trata la “vanguardia”. En una sociedad en transición al socialismo, vanguardia es quien más se esfuerza, el que va adelante, el que sobresale por haber cumplido un deber social, el que deja lo mejor de sí para mejorar la sociedad y ayudar a los demás.



(1) Fidel Castro: discurso ante la ONU en octubre de 1979 como presidente del Movimiento de Países No Alineados.
(2) Che Guevara y Fidel Castro: El socialismo y el hombre en Cuba
(3) Entrevista en L’Express, 25 de julio de 1963
(4) Che Guevara: “Sobre la construcción del Partido” (artículo)


28 de Septiembre de 2007

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