RECOGIENDO EL GUANTE


En varias oportunidades, nuestro camarada Eduardo Lorier ha dicho y escrito que habría que hacer el siguiente ejercicio intelectual: por un lado, analizar que sería de nuestro país si se hubiera aplicado a rajatabla la concepción del equipo económico de gobierno; por otro, ver lo que es hoy la situación gracias a la lucha de los trabajadores por un lado, y la presión y el empuje de los sectores del FA que se oponen a esa concepción; y en un tercer nivel de análisis, ver lo que sería de este país si hubiéramos aplicado el programa del FA en toda su profundidad. El desafío es bien interesante, porque seguramente echaría luz sobre donde estamos parados, cuales son los logros obtenidos, que es lo que se ha logrado frenar, cuales son las cuestiones que han frustrado a buena parte de la militancia frenteamplista, y cuales son las actitudes a tomar ante ese panorama. Claro que no tenemos ni el tiempo ni el espacio suficiente para un análisis de esa naturaleza con la profundidad que requiere, pero intentaremos aquí esbozar algunas líneas que tal vez promuevan un debate de mayor amplitud.
La concepción del equipo económico
En primer lugar, podemos afirmar que de haber triunfado la concepción del equipo económico, hoy tendríamos un TLC con los EEUU, con lo cual estaríamos fuera del Mercosur, con sus consecuencias a nivel económico (exportaciones, energía, infraestructura, etc.) y a nivel político (seguramente quedaríamos aislados del resto de AL, y ni que hablar que no podríamos ni soñar con los acuerdos con Venezuela que suponen una inversión de alrededor de 900 millones de dólares (tal vez ALUR no sería una realidad, ni habría fondos para el Clínicas, ni habría empresas recuperadas, ANCAP todavía estaría perdiendo millones en Argentina, no tendríamos posibilidad de explorar en el Orinoco, ni hacer inversiones en la planta de cemento pórtland con las características beneficiosas que tendremos con Venezuela).
De haberse firmado el TLC, hoy tendríamos los medicamentos varias veces más caros por obra y gracia de los acuerdos en propiedad intelectual; estaría en serio peligro la posibilidad de llevar a la práctica el Sistema Nacional Integrado de Salud por el acuerdo en el área del comercio de servicios; tal vez contaríamos con un sinnúmero de empresas medianas y pequeñas que habrían cerrado, ya que hoy obtienen buena parte de sus ingresos vendiéndole al Estado, y eso se vendría abajo con la apertura de ese sector a las empresas norteamericanas. Probablemente tendríamos algunas maquilas y se habrían generado unos cuantos puestos de trabajo con salarios miserables, mientras que se hubieran perdido unos cuántos más en las industrias paralelas.
Ah, si, claro, estaríamos pagando menos aranceles por la carne que vendiéramos a EEUU. Y probablemente las vacas estarían pastando en las tierras abandonadas por los arroceros fundidos por el arroz subsidiado de EEUU.
Tendríamos un Banco Central cuasi independiente, con una concepción tecnocrática y alejada del control de las instituciones democráticas y representativas de la ciudadanía. Tendríamos menos Presupuesto y una Rendición de Cuentas más ajustada aún que la que tenemos.
Lo que se ha logrado con lucha
Gracias a la lucha dada en el seno de la fuerza política, y por los trabajadores en el PIT-CNT y en conjunto con otras organizaciones sociales (FUCVAM, ONAJPU, FEUU, REDES), el TLC no pasó. Por eso, muchas de las consecuencias que describimos más arriba no las tuvimos que sufrir, aunque aún están latentes (y no hay que bajar la guardia) puesto que está sobre la mesa el tema del TIFA, complemento del Tratado de Protección de Inversiones aprobado al comienzo de nuestro gobierno (con el único voto contrario del senador Lorier).
Pero no es sólo lo que hemos logrado evitar. Hay que tener en cuenta sin duda las cosas que se han logrado. No es poco lo que se logró incluir en el Presupuesto quinquenal en áreas sensibles porque tienen que ver con lo social, como el compromiso de llegar a un 4,5% para la educación (con todo lo relativo que eso tiene).
Se mejoró en buena medida el proyecto de reforma tributaria que venía del Poder Ejecutivo, aunque hubiéramos querido mejorarlo aún más, logrando una mayor equidad entre los aportes de los trabajadores y el del capital, y subiendo el mínimo no imponible. Pero se le hicieron más de 20 modificaciones, a raíz del trabajo parlamentario que acompañó las movilizaciones populares. Y se mejoró sin duda la Rendición de Cuentas, que hoy no sería de más de 300 millones como es, y que sabemos que no alcanza y que habrá que dar múltiples batallas para obtener otros logros, pero que tampoco es la que estaba planteada por el equipo económico.
El trabajo del Ministerio de Desarrollo Social y del PANES, que ha permitido reducir sustancialmente la indigencia, e incluso crear fuentes de trabajo que no aparecen por el lado del país productivo, y que ahora mismo estamos luchando por que el Plan de Equidad tenga los recursos necesarios para poder avanzar aún más en políticas sociales. Los consejos de salarios, la ley de libertad sindical y la ley de tercerizaciones, la baja en el desempleo (la última medición se ubica en 10,2%).
Los acuerdos que se lograron con Venezuela, se hicieron gracias a la presión política y de los sindicatos. Los próximos convenios que tienen que ver con la producción del clinker y el intercambio por coque, suponen una inversión de 200 millones de dólares, y por añadidura permiten el intercambio de otra variedad de productos abaratando fletes. También la integración al Banco del Sur, y la posibilidad del pago con bonos de la cuenta del petróleo.
Hemos tenido indudables avances en materia de derechos humanos, en la legislación laboral, en la derogación de decretos como los de desocupación y los que autorizaban las racias. Están en camino de ser llevadas a la práctica reformas importantísimas como la de la Salud y la del Estado, compromisos asumidos con la ciudadanía y que estamos cumpliendo.
Si aplicáramos el programa
Lo primero que tendríamos que decir respecto a la aplicación del programa, es que no es poco lo que se ha avanzado en ese sentido, como señalamos más arriba.
Pero también tenemos que decir que si hubiéramos aplicado a cabalidad el programa, tendríamos que haber intentado negociar la deuda externa en conjunto con los países de la región. Tendríamos que decir que el Tratado de Protección de Inversiones nunca debió ser aprobado, puesto que el mismo es un porcentaje enorme de un TLC, y eso está expresamente rechazado en el programa, y por lo mismo, no tendríamos que siquiera estar discutiendo el TIFA.
En el plano internacional, y “reafirmando nuestra clara postura antiimperialista” (como dice el programa) no deberíamos haber viajado tantas veces al centro del imperio, ni deberíamos haber recibido a su sanguinario representante, mientras nuestro presidente ha estado ausente en la asunción de Evo Morales en Bolivia, en la de Chavez en Venezuela, en la de Correa en Ecuador, en la de Daniel Ortega en Nicaragua, y no ha viajado hasta ahora a la hermana República de Cuba, habiendo faltado además a cumbres importantes como la energética de Isla Margarita y otras. Tendríamos que estar priorizando en nuestra inserción internacional el Mercosur por sobre todas las cosas, como indica el programa. Seguramente si aplicáramos el programa, no hubiéramos pagado nuestra deuda con el FMI sin negociar al menos algo, sino que el Uruguay hubiera negociado en conjunto, sumando nuestra voz “…al conjunto de países con quienes comparte visiones para defender sus intereses en el contexto de los organismos multilaterales de comercio y de crédito”, como dice el programa. Y ni que hablar que seguramente estaríamos priorizando la deuda social sobre la deuda pública (tal cual decimos en el programa), e invirtiendo mucho más en salud, en educación, en recuperación de salarios, tanto públicos como privados, en asegurar la independencia económica del Poder Judicial, etc.
Sin duda que en el capítulo de los derechos humanos, si aplicáramos el programa, estaríamos asumiendo “el rescate de la memoria histórica de las luchas populares y sus protagonistas, como parte esencial de la identidad de nuestro pueblo, de su pasado, su presente y su futuro”, y de ninguna manera estaríamos discutiendo sobre un proyecto de la derecha que consagra la teoría de los dos demonios.
La aplicación consecuente del programa significaría “…devolver al Parlamento su carácter de foro crítico…y redefinir la democracia uruguaya como realización del paradigma representativo y de la participación popular”, por lo que no estaría en discusión la presentación o no del proyecto de Salud Reproductiva, ante la amenaza del veto presidencial.
En fin, creo que el desafío de nuestro Secretario General es bien pertinente, y aunque tiene mucho de teórico por cuánto estamos hablando de lo que “hubiera sido”, ayuda a ver los desafíos a los que estamos enfrentados y la magnitud de las fuerzas que es necesario acumular para conformar ese bloque político y social de los cambios que pueda transformar a este, nuestro gobierno (gobierno en disputa), en NACIONAL, POPULAR Y DEMOCRÁTICO. Como decía la consigna del 1º de Mayo: Para profundizar los cambios…el protagonismo del pueblo.


Domingo, 29 de Abril de 2007

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