LOS "DAÑOS COLATERALES" DE UN TLC

Las guerras que lleva a cabo el cowboy universal George W.Bush , tienen supuestas virtudes. Por ejemplo, conquistar mercados, o lograr acceso a recursos que de otra forma no se lograrían (léase petróleo), pero tienen pequeños y molestos inconvenientes (muerte masiva de civiles inocentes), que suelen denominarse oficialmente “daños colaterales”. De la misma forma, un supuesto Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos puede tener algunos efectos positivos para nuestro país, y algunos daños colaterales. Lo que sucede -al igual que las guerras de Bush- es que esos daños pueden llegar a ser tan importantes que los beneficios sean ridículos a la hora de comparar. A mi entender, esos daños se darían en tres niveles: a nivel de nuestra inserción regional, a nivel nacional, y a la interna de la fuerza política.
Daños a la inserción regional
En este punto, recomiendo leer las “Notas sobre TLC con los EEUU” de Gonzalo Pereira (Carta del 18/8 pág.10). Allí Gonzalo propone analizar el TLC tomando en cuenta las consecuencias para nuestra participación en el MERCOSUR como un ingrediente ineludible. Para ello, conviene tener en cuenta lo dicho en forma nada casual por Luis Moniz Bandeira (especialista en relaciones internacionales de Brasil), en cuanto a que “…los acuerdos bilaterales pueden ser firmados con todas las potencias, siempre que no perjudiquen las normas del acuerdo regional…Optar por un acuerdo con Estados Unidos, abandonando el Mercosur…es una traición a sus ideales de integración regional y de resistencia a la hegemonía del Imperio”. Del lado argentino no podremos esperar nada diferente, máxime teniendo en cuenta el estado de las relaciones por el tema de las plantas de celulosa. Y por el lado de Venezuela ya sabemos que abandonó el CAN por un problema similar (la diferencia es que en este caso los que tendríamos que retirarnos seríamos nosotros). Por otra parte, nuestra fuerza política tiene una profunda elaboración en este sentido, apuntando a que la viabilidad del Uruguay como nación está estrechamente vinculada a su lugar en la región, junto a Argentina y Brasil. Tabaré lo expresaba diciendo que “Unidos tenemos un largo camino para recorrer, solos no tenemos ni rumbo ni destino” (El Uruguay Integrado – 4 de octubre de 2004, Salón Azul de la IMM). Lo que queremos decir es que no será lo mismo si perdemos la inserción en la región por causa de un TLC que si no la perdemos. En un mercado mundial que se maneja cada vez más en bloques, ¿qué destino puede tener un país pequeño como Uruguay?. Sin ninguna duda, salir del MERCOSUR significaría una marcha atrás en la inserción internacional de nuestro país. Sin olvidar además que el interés de Estados Unidos está justamente en romper el MERCOSUR. A la Unión Europea, en cambio, le interesa un MERCOSUR fuerte, como contrapeso de los EEUU. A la UE le interesa negociar con bloques, más que con países.
Daños a la economía del país
Hace ya meses que en este semanario hemos venido hablando de los resultados negativos que podría traer aparejado la firma de un TLC con los EEUU. Y lo hemos hecho simplemente analizando los tratados similares que han firmado ya otros países latinoamericanos. Se nos ha dicho en reiteradas oportunidades que estamos prejuzgando, ya que nada se ha negociado ni nada está establecido, y que todo dependerá de las negociaciones. También se nos ha dicho que esto nada tiene que ver con las ideologías, y que es un tema técnico que hay que analizarlo con pragmatismo. Sin embargo, a quienes se acaba de invitar a analizar el TLC no es a la Universidad de la República, a las Cámaras de comercio o de industrias, o al PIT-CNT, sino que se ha invitado a los partidos políticos. Esto no deja de ser curioso. Pero ya tenemos los resultados de la Comisión Interministerial para Asuntos de Comercio Exterior (CIACEX), y sus conclusiones no difieren en casi nada de las que nosotros mismos hemos podido extraer del análisis de otros TLCs. Las ganancias potenciales se vinculan con un acceso libre y permanente para las exportaciones de bienes, particularmente los que actualmente ingresan al mercado de EEUU (sin TLC), o que ingresaron fluidamente en un pasado cercano. Los sectores que se beneficiarían serían el cárnico, el de lácteos, el de alimentos preparados y el textil. En tanto que los más perjudicados serían los de frutas y hortalizas, cereales, azúcar (sector que estamos actualmente tratando de reflotar), automotores, productos farmacéuticos, plásticos y algunos productos agroindustriales. Pero a esto habría que sumarle las demandas seguras de EEUU en cuanto al acceso a mercados en sectores donde actualmente existen monopolios u otro tipo de restricciones en nuestro país (por ejemplo combustibles y telecomunicaciones). También habría que agregar que nuestro país no podría mantener ningún sistema de preferencias en cuanto a las compras gubernamentales, y todo el tema de propiedad intelectual, que implicaría la extensión de plazos en el área de las patentes, así como la incorporación de nuevas materias patentables y protección de productos farmacéuticos y agroquímicos. Esto se destaca en el informe de la CIACEX en el sentido que causaría “mayores dificultades que las actuales para el acceso a medicamentos tanto de la población en general como del sistema de salud en particular, encareciendo sustantivamente sus costos”. Un pequeño “daño colateral” que perjudicaría fundamentalmente a la población de más bajos recursos.
A la interna del Frente Amplio
Nadie puede pensar seriamente que se puede pasar olímpicamente por encima de las resoluciones orgánicas de la fuerza política, y además hacerlo en reiteración real (recordar Tratado de Protección de Inversiones, envío de tropas a Haití, maniobras UNITAS, etc) sin que ello tenga mayores consecuencias y sin que ello provoque heridas profundas en el Frente Amplio. Nos atrevemos a decir que incluso las consecuencias negativas serían sobre todo el sistema político en su conjunto, porque este tipo de asuntos afectan a la credibilidad de la política. Vale la pena recordar lo sucedido con el anterior gobierno. Cuando Jorge Batlle dijo durante su campaña electoral que no se debían poner más impuestos, y cuando estuvo en el gobierno hizo exactamente lo contrario -aumentó los impuestos que ya había y creó al menos 11 nuevos-, la gente perdió su confianza en ese gobierno. Lo mismo podríamos decir de su vicepresidente, que prometió que si votaban a los colorados lo hicieran con confianza porque ellos no iban a devaluar. Esto afecta a la credibilidad, y la gente apostó a que el nuestro sería un gobierno diferente, en el que las promesas se cumplirían, y apostaban a que por lo menos no haríamos lo contrario de lo que prometíamos. Nosotros mismos apostábamos a ello. Tanto es así que entre las propuestas que presentábamos a la ciudadanía estaba la de impulsar la creación del Consejo Ciudadano de Seguimiento de los Compromisos de Gobierno. El propio Tabaré lo expresaba en el cierre del Congreso del 2004: “Esta instancia ya existe en otros países: se trata de un organismo de carácter independiente, honorario y consultivo integrado por un conjunto de ciudadanos (la mitad por designación en función de su ecuanimidad y relevancia en distintas áreas de la vida nacional y la otra mitad por sorteo entre los inscriptos del padrón electoral) que se reúne anualmente para analizar el avance del gobierno en el cumplimiento de los compromisos asumidos en la etapa electoral. En caso de desempeñar la responsabilidad del gobierno nacional nosotros queremos que la ciudadanía evalúe nuestra gestión, que nos indique si vamos mal, si vamos bien, si tenemos que ir mejor, etc. Por eso, adaptando sus características a la realidad uruguaya, promoveremos la creación de este Consejo Ciudadano para el Seguimiento de los Compromisos de Gobierno. Porque los cambios, para ser genuinos y duraderos, han de tener sustento político y sustento social”. Pero estamos transitando por un camino diferente. Tan diferente, que la firma de un TLC sería impresentable ante ese Consejo (que aún es una promesa incumplida). Y tan diferente, que lo que Tabaré decía a continuación del párrafo trascripto, se da de narices contra la última resolución emanada del Consejo de Ministros, por la cual nuestro Presidente se auto designa como el único vocero en el tema TLC. Lo que Tabaré decía en el cierre del Congreso iba en sentido totalmente contrario: “ Los sustentos políticos y sociales se edifican generando esperanzas, dando confianza, dialogando, sin demonizar las diferencias, respetando al otro y respetándose uno mismo, asumiendo acuerdos y compromisos…, y cumpliéndolos (sobre eso no han de quedar dudas: el gobierno progresista asumirá sus responsabilidades y cumplirá sus compromisos. Y si por alguna razón no lo hace, dará las explicaciones del caso y asumirá la responsabilidad que corresponda)”. Si esto lo lleváramos a cabo, no habrían daños colaterales.
Martes, 22 de Agosto de 2006

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