LA INVERSION EXTRANJERA DIRECTA - Solución a todos los males


La concentración capitalista- empresarial y/o financiera- no es novedad en el mundo de las finanzas, ni en el capitalismo. Lenin ya lo había estudiado y explicado a comienzos del siglo XX, agregando además que el Imperialismo es la fase superior del Capitalismo, en la etapa monopólica de su desarrollo ("EL Imperialismo, fase superior del Capitalismo"). El centro de la cuestión, no está sólo en el proceso de mundialización (o globalización), sino en quienes son los que lo construyeron a lo largo del proceso histórico. La franco norteamericana Susan George, filósofa y doctora en Ciencias Políticas, entiende que la mundialización es “…el proceso de integración mundial de ciertas personas y capas sociales, de ciertos países y regiones, de ciertos sectores y actividades, articulados y dirigidos, en su conjunto, por empresas transnacionales (ET) industriales y financieras”. Con esta definición, descarta lo que sería un primer error: creer que la mundialización es un proceso uniforme que comprende a todos los países, a todos los territorios y a todos los seres humanos en una misma marcha hacia alguna tierra prometida; y el segundo error: creer que el proceso es una especie de fuerza de la naturaleza que no requiere agentes que se ocupen de impulsarla.
¿Qué hay de nuevo viejo?
Si la mundialización fuera solamente un fenómeno de integración económica, no tendría nada de nuevo. A fines del siglo XIX y comienzos del XX, con el patrón oro y la hegemonía del imperio británico, el mundo estaba tan integrado como lo está hoy, y más aún en lo que tiene que ver con la mano de obra, que era mucho más móvil que actualmente. Millones de inmigrantes partían en esa época buscando una vida mejor en América, en Australia, etc. Hoy en día, en cambio, los que se mueven con más facilidad son el capital, los bienes y los servicios (y los gerentes), mientras que a la mano de obra se le construyen muros para contenerla.
Si la mundialización tuviera relación con el volumen y la facilidad de los intercambios comerciales, bastaría con citar a Marx (Crítica de la Economía Política) quien a su vez citaba a un veneciano del siglo XVII: “Las comunicaciones de los pueblos entre ellos están tan extendidas por todo el globo terrestre que se puede casi decir que el mundo entero es una sola ciudad en la cual se realiza una feria permanente de todas las mercaderías y en la cual todo hombre, sin salir de su casa, puede por medio del dinero aprovisionarse y disfrutar de todo lo que producen la tierra, los animales y el trabajo humano. Maravillosa invención”.
De manera que lo verdaderamente nuevo de nuestra época es el inmenso poder que ejercen las empresas transnacionales. Poder económico pero también poder político, que son los que generan las tremendas consecuencias de la mundialización.
El problema de la inversión
Los apologistas de la globalización nos dicen que la inversión extranjera directa aportada por las Empresas Transnacionales contribuye decisivamente al crecimiento y a la creación de empleos en los países que tienen la suerte de atraerlas. Así lo ha expresado en reiteradas oportunidades por ejemplo Danilo Astori: “el único camino auténtico para crecer es mejorar las condiciones de inversión en el país” (Foro de ACDE); “No hay objetivo más importante y no hay otra manera de conseguir ese trabajo de buena calidad que no sea por la vía de la inversión. Un tratado de libre comercio con Estados Unidos no sólo potencia las posibilidades de inversión sino que puede generar incrementos notables en el nivel de actividad” (entrevista en Búsqueda a fines de 2005); “En el mundo de hoy, comercio e inversiones son inseparables, ambos se abren espacios mutuamente. El comercio genera oportunidades de inversión, la inversión a su vez abre cauces nuevos al comercio, y todo ello se traduce en ingresos, empleo, calidad de empleo y naturalmente progresos en las condiciones de vida de nuestros pueblos” (en Punta Cala).
Es indiscutible que cualquiera de nuestros países necesita de inversión extranjera, esa no es la discusión. El problema es en qué términos y marco legal viene la inversión. La discusión no es si queremos o no queremos, el problema es a cambio de que la traemos. Una cosa es que uno dé garantías jurídicas y otra cosa es que uno dé derechos extras a los inversionistas extranjeros. Los Tratados de Libre Comercio (TLC) en general, y el Tratado de Protección de Inversiones (TPI) que firmamos con los EEUU, no son simplemente para garantizar los derechos elementales de cualquier inversionista, sino que se les dan derechos que no tenían hasta antes de esta ola de tratados. . Indudablemente en igualdad de circunstancias, un inversionista va decidir ir a dónde tiene más garantías, pero no es el factor fundamental para atraer la inversión extranjera, es sólo un factor. El factor fundamental es que sea negocio invertir aquí, y eso no depende de un marco legal, depende de que haya negocios atractivos. De hecho, ya hace más de un año que firmamos el TPI con los EEUU y quisiera que alguien me contara cuántas son las inversiones que han venido de ese país.
El otro mito es la secuencia casi automática inversión-crecimiento-empleo, los datos empíricos no corroboran esta suposición. Sin inversión no hay crecimiento y sin crecimiento no hay empleo, eso es cierto, pero lo contrario no es necesariamente así, es decir, que la inversión automáticamente genere crecimiento y empleo. Depende de la calidad de la inversión el efecto que tenga en el crecimiento y depende de la calidad y tipo de crecimiento el efecto sobre el empleo. Ya hemos mencionado en otras oportunidades el caso de México. Gracias al NAFTA, la inversión extranjera directa llegó a raudales: más de 15.000 millones de dólares al año, cuando antes del Tratado era de 4.000 millones. Y sin embargo el crecimiento fue el menor en siglos, y el desempleo aumentó en forma considerable (14,8% menos empleo en diez años en el sector manufacturero).
La inversión de las ET
Mencionábamos más arriba el papel de las empresas trasnacionales (ET) como motor de la globalización, y su enorme poder económico y político. Las Naciones Unidas han censado hasta ahora 60.000 ET, que habrían instalado 500.000 filiales a través del mundo. Ellas son responsables, por lo menos, de un cuarto de la producción mundial. Y sin embargo, solo emplean un 10% de la mano de obra mundial -contando en esa cifra con que cada empleo directo genere dos indirectos (suposición generosa)-. Pero para ver si la inversión aportada por las ET contribuyen al crecimiento y a la creación de empleos en los países que tienen la suerte de atraerlas, veamos un estudio que efectuara Susan George para las 100 primeras ET en el mundo..
En el quinquenio 1993-1997, por ejemplo, si se toman las 100 primeras empresas trasnacionales en el mundo, se comprueba que aumentaron su volumen de negocios en cerca del 20%, mientras que al mismo tiempo en número de empleados disminuyó ligeramente. Si se analizan por sectores, los datos son más contundentes: La industria electrónica e informática aumentó sus negocios un 16,5% y disminuyó los empleos en 4,3%; la del petróleo aumentó sus ventas en 18,8%, y disminuyó el empleo en un 24,4%. Quiere decir que el impacto de la inversión de estas ET sobre el empleo es nulo, y a veces hasta negativo. .
Para completar el panorama, digamos que un informe de las Naciones Unidas advierte de algunas consecuencias de la inversión extranjera directa en el sector servicios (de próxima negociación en el TIFA). Entre ellas: “La promoción de la IED en el sector de los servicios debe complementarse con políticas destinadas a calmar las posibles inquietudes que despiertan dichas inversiones”; “Todos los cambios en las ventajas comparativas acarrean costos de ajuste en el nivel macroeconómico. Algunas personas perderán sus puestos de trabajo y es probable que haya un período de transición hasta que encuentren otros”; “los tipos de interés nacionales pueden aumentar, encareciendo el capital para las empresas nacionales”; “la presencia de las ETN en los servicios públicos y otros servicios básicos puede originar subidas de precios, una distribución inequitativa de los servicios y dificultades de acceso para las capas más pobres de la sociedad”. Como para ir llevando.


Martes, 20 de Marzo de 2007

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