SI VIENEN LAS INVERSIONES...¿DE VERDAD GANAMOS?


Hace poco, en una reunión, alguien dijo: “no pasa nada, ese tema está en el freezer”, y un compañero replicó: “lo que yo pongo en el freezer es algo que en algún momento me voy a comer; no pongo en el freezer lo que voy a tirar a la basura, así que yo me sigo preocupando”. Eso parece ser lo que pasó con el posible Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos. El tema se instaló nuevamente, y de la peor manera, ya que la ambigüedad (y las contradicciones) con que se expresan nuestros compañeros en el gobierno hace que nadie sepa de qué se está hablando. Hay quienes dicen que el tema no está en la agenda, pero sin embargo no se habla de otra cosa. Unos dicen que la negociación terminará en un TLC, y otros dicen que si se firma un TLC se van del gobierno. Así que seguiremos dando nuestra opinión respecto al tema, como lo venimos haciendo desde hace meses, intentando aclarar ciertas zonas oscuras.
Los que defienden un TLC con Estados Unidos, sólo ponen sobre la mesa las posibles ventajas de un tratado (lo que es natural, por otra parte), pero nunca hablan de lo que daríamos a cambio, de las desventajas. Así que de eso nos tendremos que ocupar los que estamos radicalmente en contra de un tratado.
Nos dicen: “hoy pagamos cien millones de dólares de aranceles por la carne que les vendemos, y con un tratado nos ahorraríamos ese dinero”. Nos dicen: “No hay otra forma de generar más producción y puestos de trabajo genuinos que atrayendo la inversión extranjera directa, y un tratado con EEUU es la mejor forma de que vengan esas inversiones”. No dicen: “no debemos poner todos los huevos en una sola canasta”.
Y bien, lo único que no nos dicen es como vamos a lograr todo esto sin dar nada a cambio. ¿Será que Estados Unidos está deseoso de dejar entrar nuestra carne sin aranceles para así dejar de cobrar esos cien millones de dólares? Pero además, el intercambio comercial con el MERCOSUR ha ido descendiendo, en tanto que el comercio con Estados Unidos ha ido en aumento, y eso, más que poner los huevos en diferentes canastas se parece a un cambio de canasta. Con el agravante que nos estamos haciendo cada vez más dependientes de un mercado que no nos garantiza absolutamente nada. EEUU comenzó a comprarnos más carnes cuando dejó de comprarle a Canadá por el problema de la vaca loca. Cuando ese problema deje de existir, ¿EEUU seguirá comprándonos los mismos volúmenes de carne? ¿no estaremos poniendo los huevos en la canasta equivocada?
Más allá de que es discutible la afirmación de que sólo es posible exportar más y generar puestos de trabajo con la inversión extranjera, nada nos dicen acerca de los ejemplos que respalden esas afirmaciones. Ni se discute el verdadero problema: el problema es en que términos y marco legal viene la inversión. La discusión no es si queremos o no queremos, el problema es a cambio de que la traemos. Y hay un primer mito: el de que los tratados de protección de inversiones traen automáticamente la inversión extranjera, y eso es falso. El país que más atrajo inversión extranjera a nivel mundial el año pasado fue China. Y China no tiene tratados de inversión. A nivel de nuestro continente, Cuba recibe en proporción al PBI una enorme cantidad de inversión extranjera, y Cuba no sólo no tiene tratados, sino que tiene reglamentaciones muy rigurosas para las mismas. Esto significa que los tratados no hacen que automáticamente lleguen inversiones. Lo que atrae inversión extranjera es un marco macroeconómico, una política económica, una situación económica del país, un mercado, etc…dependiendo de cada país.
Otro mito es que la inversión trae automáticamente crecimiento, y que el crecimiento trae al empleo. Sin embargo, los datos empíricos no corroboran eso. Depende de la calidad de la inversión el efecto que tenga en el crecimiento, y no cualquier crecimiento trae el empleo. El ejemplo mexicano, parece darles la razón a los partidarios de un tratado, apenas se ven algunos números. Sin embargo, cuando se analiza más en profundidad, aparece el cangrejo debajo de la piedra. Veamos:
Durante 10 años del NAFTA, México recibió 153.000 millones de dólares de forma directa; más de 15.000 millones al año, cuando antes del tratado la inversión directa estaba en alrededor de 4.000 millones. Es decir, que la inversión llegó. Y sin embargo, el promedio anual del crecimiento del PBI fue el más bajo desde el siglo XIX. Pero además, hay que agregarle que las exportaciones mexicanas se multiplicaron por más de 3,5, aumentando además significativamente las manufacturas por sobre las materias primas. ¿Cómo es posible entonces que un país que recibe una inyección de 153.000 millones de dólares en su economía, y que vende al exterior 3,5 veces más que antes no crezca? Porque además, no es sólo que no crezca. La CEPAL ha difundido datos alarmantes sobre los impactos de diez años de TLC en México: desempleo: en 1994 12%, en 2005 30%; pobreza: en 1994 21%, en 2005 50%; emigración: 4.000.000 en 1994, 10.000.000 en 2005. Hay que ver además que el 51% de la inversión directa que llegó fue al sector manufacturero, y que el 87% de las exportaciones de México son exportaciones manufactureras. Quiere decir entonces que lo que supuestamente debería darse es un boom de empleo en ese sector. Sin embargo (que curioso) resulta que hoy hay 14,8% menos empleo en el sector manufacturero que en el último día antes de suscribir el tratado con EEUU. Entonces, ¿por qué México no creció? ¿por qué no se generaron empleos? Lo que sucedió, es que se desintegraron las cadenas productivas, esa es la realidad. Una de las grandes industrias exportadoras en México es la automotriz, el 20% de las exportaciones totales del país, lo que para nosotros sería la carne. La General Motors y la Ford generaron empleo, claro que si. No se puede crecer 3 veces más en volumen de producción y no generar empleos. Pero sucede que se perdieron más empleos en la cadena productiva del que ellos generaron. Antes, si Ford generaba un empleo se producían cinco o seis cargos en la cadena productiva, en la producción de acero, vidrio, hule, auto partes. Pero ahora todo eso se importa, y entonces se perdieron empleos allí y no se compensaron con los que se generaron en el sector final de la exportación. Por otro lado, antes de la apertura comercial el 80% del contenido de las exportaciones era mexicano; en este momento no llega a 30%; de que sirve entonces que se exporte 3,5 veces más si es 3 veces menos mexicana. Y ¿cuál es la explicación de que hayan llegado 153.000 millones de inversión y no haya habido crecimiento? Porque no llegaron a poner plantas nuevas, compraron las buenas empresas mexicanas, esa es la realidad. El grueso de la inversión extranjera no significó ampliación de la capacidad instalada, sino simplemente compra. Esto significó para México la desnacionalización de la economía.
Resumiendo, el hecho es que sí se atrajo la inversión, y sí se aumentó la exportación, pero no se lograron los objetivos que se buscaban. Llegó la inversión pero no llegaron ni el empleo ni el crecimiento que se esperaba, sino todo lo contrario. Y todo esto sin tener en cuenta el número de empleos que se perdieron en el sector agrícola (1.300.000). En el país del maíz, muchos de los que quedaron sin trabajo eran pequeños productores de maíz, el cual comenzó a bajar de precio y a ser importado de EEUU, al igual que el arroz. México se ha convertido en importador neto de papas, algodón, arroz y maíz, siendo que antes los exportaba o se autoabastecía. Digamos además, que México se ha hecho más dependiente de EEUU.
Y entonces, ¿Qué tienen que decir a esto los partidarios de un TLC? ¿Por qué a nosotros nos iría mejor que a México? ¿Está a salvo nuestro arroz, nuestro maíz? ¿Somos infinitamente más inteligentes que los mexicanos y no nos van a vender un tranvía? Si se quiere discutir en serio, habrá que poner todo encima de la mesa. Y por sobre todo, habrá que darle participación a quienes son los directos implicados, ya sea por ser los beneficiados o los perjudicados: los trabajadores, la gente.


Viernes, 30 de Marzo de 2007

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