NUESTRO PROGRAMA Y EL ALBA

En nuestra nota de la semana pasada (UN MODELO DE INTEGRACION DIFERENTE) finalizábamos diciendo que existe una notable coincidencia entre el programa del Frente Amplio, nuestra propia visión latinoamericana y artiguista y los principios que impulsan esta nueva forma de integración que es el ALBA y los TCP. Es en ese punto que queremos centrarnos hoy. Para comenzar, recordemos lo establecido en nuestro programa: “la estructura del relacionamiento internacional, determina que la riqueza de unas naciones tiene por condición la pobreza de las demás. El gobierno progresista inscribirá en su política internacional la lucha contra este orden expoliador e injusto que conspira contra los más elementales derechos del ser humano, procurando la construcción de un orden internacional más justo”. Y bien, ese mismo orden injusto es el que los promotores del Alba destacan como obstáculos para la integración y que hay que atacar, a saber:
a. La pobreza de la mayoría de la población;
b. Las profundas desigualdades y asimetrías entre países.
c. Intercambio desigual y condiciones inequitativas de las relaciones internacionales.
d. El peso de una deuda impagable.
e. La imposición de las políticas de ajuste estructural del FMI y el BM y de las rígidas reglas de la OMC que socavan las bases de apoyo social y político.
f. Los obstáculos para tener acceso a la información, el conocimiento y la tecnología que se derivan de los actuales acuerdos de propiedad intelectual; y,
g. Prestar atención a los problemas que afectan la consolidación de una verdadera democracia, tales como la monopolización de los medios de comunicación social
La agricultura, el ambiente, la pobreza
Pero veamos algunos de los principios rectores del Alba que tienen que ver con la defensa del ambiente, la lucha contra la pobreza y la producción agrícola: La Alternativa Bolivariana para América Latina (ALBA) es una propuesta que centra su atención en la lucha contra la pobreza y la exclusión social.
En la propuesta del ALBA se le otorga una importancia crucial a los derechos humanos, laborales y de la mujer, a la defensa del ambiente y a la integración física
El TCP entiende que la agricultura es la base del relacionamiento humano con la naturaleza, el fundamento de la seguridad y autosuficiencia alimentarias y un modo de vida para millones de personas que no puede ser tratado como una actividad económica cualquiera sometida a las reglas de mercado.
El TCP reconoce el derecho de los pueblos a definir sus propias políticas agrícolas y alimentarias; a proteger y reglamentar la producción agropecuaria nacional para evitar que el mercado doméstico sea inundado por excedentes de otros países (a través del control de la oferta y la regulación de las importaciones); y a privilegiar el bien colectivo por sobre los derechos del agro negocio.
El TCP reconoce el derecho del Estado a conceder los máximos beneficios a productores nacionales como subsidios económicos y técnicos, a priorizar los mercados locales y a prohibir el uso de patentes. En el principio 3 se establece que en el ALBA, la lucha contra las políticas proteccionistas y los ruinosos subsidios de los países industrializados no puede negar el derecho de los países pobres de proteger a sus campesinos y productores agrícolas.
En nuestro programa, nosotros destacamos que “el sector agropecuario , pilar histórico de nuestro país, genera los alimentos para el consumo interno y la exportación, así como buena parte de las materias primas que procesa la industria nacional, tanto para el mercado interno como externo. Entendemos que la producción agropecuaria y su industrialización son de carácter estratégico para el país en su conjunto.
La defensa del Estado
Coincidimos asimismo en cuanto a la defensa y potenciación del Estado, en donde los integrantes del Alba se proponen:
Enfrentar la llamada Reforma del Estado que solo llevó a brutales procesos de desregulación, privatización y desmontaje de las capacidades de gestión pública.
Como respuesta a la brutal disolución que éste sufrió durante más de una década de hegemonía neoliberal, se impone ahora el fortalecimiento del Estado con base en la participación del ciudadano en los asuntos públicos.
Nosotros lo expresamos de esta manera: “Desarrollar al país en base a su potencialidad productiva y distribuir su resultado con justicia social requiere un Estado activo, capaz de orientar ese proceso. Está demostrado que el mercado, interferido por el poder, por sí solo no es buen asignador de recursos”.
También el principio 11 del Alba lo establece claramente: Sin una clara intervención del Estado dirigida a reducir las disparidades entre países, la libre competencia entre desiguales no puede conducir sino al fortalecimiento de los más fuertes en perjuicio de los más débiles. Y en cuanto al libre comercio, y a la dependencia de los organismos internacionales, los principios del Alba establecen que: Hay que cuestionar la apología al libre comercio per se, como si sólo esto bastara para garantizar automáticamente el avance hacia mayores niveles de crecimiento y bienestar colectivo. Profundizar la integración latinoamericana requiere una agenda económica definida por los Estados soberanos, fuera de toda influencia nefasta de los organismos internacionales.
Nuestro programa asimismo establece que: “Deberemos enfrentar este mundo de bloques con un relacionamiento basado en la cooperación y en la unidad de América Latina, que permita un relacionamiento de nuevo tipo con los organismos financieros internacionales como el FMI, las trasnacionales y con la potencia hegemónica. Un cambio de relación, con una mayor paridad y sin condicionamientos ni intervencionismo”.
La economía al servicio de la gente y de los pueblos
También en nuestro programa establecemos como objetivo prioritario “poner la economía al servicio del ser humano, dejando atrás aquella concepción economicista que concibe a las personas como meros agentes económicos, con olvido de su dimensión integral y trascendente”. Y, rescatando las premisas de la cultura indígena, el TCP y el Alba postulan la complementariedad frente a la competencia; la convivencia con la naturaleza en contraposición con la explotación irracional de recursos; la defensa de la propiedad social frente a la privatización extrema; el fomento de la diversidad cultural frente a la monocultura y la uniformización del mercado.
Como respuesta a la competitiva globalización neoliberal que fomenta la destrucción del adversario, el bloque ALBA-TCP elabora y discute propuestas de integración más abarcadoras y equitativas que trascienden el ámbito comercial y que por principio promueven la solidaridad, la complementación cultural y la colaboración entre los Estados.
El objetivo del bloque Bolivia-Venezuela-Cuba es reducir las asimetrías de los países participantes con distinto nivel de desarrollo creando mecanismos de compensación, y comprometiendo a todos los actores económicos (cooperativas y empresas privadas de todos los tamaños) a dar solución a problemas esenciales para la gente, como son la alimentación, vivienda, preservación del medio ambiente y los anhelos de industrialización.
La integración del ALBA-TCP busca complementariedad productiva de los países según sus potencialidades, que cada país produzca aquello en lo cual tiene las mejores condiciones y que reciba lo que necesita, independientemente de los precios del mercado mundial. Este plan escapa a la lógica del mercado y rescata el concepto de reciprocidad de la comunidad indígena.
El "imperialismo neoliberal", la fase superior del capitalismo, "ha llegado a la fase de la locura". En este siglo los pueblos unidos de Latinoamérica tenemos que echar abajo al imperialismo para salvar al mundo. "El socialismo es el camino a la redención de los pueblos, a la verdadera liberación, a la igualdad y a la justicia". Con esas palabras, el Presidente de Venezuela Hugo Chávez oficializó el 26 de mayo el acuerdo de integración latinoamericana más radical del Continente, junto a los gobiernos de Evo Morales y Fidel Castro. Sería bueno que prestáramos atención a este proceso.
Jueves, 29 de Junio de 2006

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